APOPTOSIS EN ADIPOCITOS, LEPTINA,
REGULACIÓN ENERGETICA
Apoptosis
en adipocitos
Introducción
La apoptosis se ha definido como un mecanismo
fisiológico de muerte programada (inherente al desarrollo celular), una especie
de «suicidio» celular, caracterizado por eventos morfológicos, bioquímicos y
moleculares distintivos que requieren una regulación coordinada de genes
específicos.
La muerte por apoptosis se puede desencadenar por
una variedad de estímulos, diversas señales que pueden ser fisiológicas o estimulaciones
ambientales exógenas además, no todas las células mueren necesariamente en
respuesta al mismo estímulo, ya que es un proceso complejo que puede variar
según el tipo de célula y tejido.
La apoptosis en adipocitos sucede cuando tenemos
células genéticamente dañadas, lo cual nos ayuda a que su reproducción provoque
el desarrollo de cualquier tipo de enfermedad, la cual es fundamental en el
desarrollo de órganos y sistemas. Si una célula dañada no realiza la apoptosis puede continuar
dividiéndose sin restricción alguna, derivando en un tumor e incluso en cáncer.
Este tipo de muerte celular sigue un proceso regular y muy riguroso, el exceso
o defecto de apoptosis puede desencadenar múltiples patologías con diferentes
niveles de gravedad. (Zamora,
2005)
La mala alimentación y el consumo elevado
de carbohidratos (azucares) son responsables de la inflamación de las células
adiposas y de que estas células tengan mayor susceptibilidad a morir, por
lo tanto un incremento en el peso nos lleva un aumento de apoptosis en dicho
tejido. Esto provoca un efecto negativo pues si se produce un mayor aporte de
energía, se requieren más adipocitos para almacenarla y con una disminución de
células adiposas en esas circunstancias eleva el riesgo de padecer enfermedades
metabólicas. El tejido adiposo se vuelve insuficiente para almacenar grasa y
debe almacenarla en otros tejidos, como el hígado, corazón o los músculos,
apareciendo las enfermedades metabólicas asociadas a la obesidad y provocar
complicaciones serias a futuro.
Leptina
La
leptina es una hormona la cual es secretada por los adipocitos que se almacenan
en el tejido adiposo, tiene una función muy importante ya que participa en la
regulación normal a largo plazo de la ingesta de alimentos, el peso corporal,
el gasto energético y las funciones neuroendocrinas. (Sánchez-Muñoz, 2005)
Cuando
ingerimos alimentos y comenzamos con el proceso de la digestión, los adipocitos
liberan esta hormona la cual se encarga de enviar señales al sistema nervioso indicándole
que ya ha comido suficiente, siempre y cuando no haya ninguna disrregulación en
esta hormona.
Cuando
tenemos alguna deficiencia en la producción de esta hormona, al momento de
ingerir los alimentos, nuestro hipotálamo no recibe la señal de saciedad y por
eso seguimos consumiendo los alimentos, su producción por el adipocito responde
a la disponibilidad de energía, de manera que los niveles elevados de leptina
suprimen los procesos que aumentan la entrada de energía, sus niveles
plasmáticos en el sistema nervioso central guardan una correlación con los
depósitos de grasa, por lo que se considera a la leptina como un sistema de
retroalimentación que ajusta los depósitos de grasa.
La
insulina produce resistencia a la leptina, reduciendo los niveles de insulina
se puede mejorar la señalización de la leptina. Cuando tenemos algún daño en el
hipotálamo puede ser que no captemos la señal de la leptina adecuadamente y por
lo tanto no podamos sentir la saciedad, por eso es que muchas personas a pesar
de que no comen mucho no pueden bajar de peso, por tanto la leptina es una
causa de las complicaciones cardiovasculares en la obesidad.
Balance energético
Regular la ingesta energética es un proceso esencial para el correcto
funcionamiento celular ya que crea un equilibrio necesario entre la cantidad de
energía almacenada en forma de grasa corporal y el catabolismo de la misma.
El balance energético en una persona se refiere a la diferencia que existe
entre la energía ingerida a través de los alimentos y el gasto energético o
energía total empleada. Si la ingesta y el gasto de energía son iguales, se
mantiene el equilibrio en cuanto al depósito calórico representado por el peso
corporal.
Obtenemos un balance positivo cuando la ingesta de nuestros alimentos
diaria es mayor a nuestro gasto de energía. Cuando hablamos de balance
positivo, no quiere decir que esto sea recomendado ni saludable, lo cual se
traduce como un aumento de peso que viene aunado al aumento de tejido adiposo.
Por el contrario, el balance negativo es el recomendado debido a que la
ingesta de alimentos diaria es menor al gasto de energía, aquí es cuando se
produce una disminución de peso.
Hay factores que son condicionantes en el balance energético tales como la
genética, el tipo de dieta, hábitos alimenticios, condiciones ambientales y el
estilo de vida, entre otros.
Este equilibrio es posible gracias a la coordinación entre diferentes
sistemas que van desde estructuras nerviosas centrales hasta la unidad
funcional última del tejido adiposo, el adipocito. Este complejo proceso de
regulación es controlado a nivel del sistema nervioso central por el
hipotálamo.
La alteración del equilibrio de este complejo de señales puede originar el
desarrollo de procesos patológicos crónicos como la obesidad.
Epidemiología de la obesidad
En el proyecto Multinacional para la Vigilancia de
Tendencias y Factores Determinantes de las Enfermedades Cardiovasculares
(MONICA) realizado en el 2010 y diseñado para describir la magnitud y la
distribución de los factores de riesgo asociados a la enfermedad cardiovascular
se estableció que la obesidad es un problema de salud pública mundial en el
cual aproximadamente 1,700 millones de adultos padecen sobrepeso y 312
millones, obesidad. En este proyecto, desarrollado en 48 ciudades se encontró
que la mayoría de las ciudades incluidas tenían una prevalencia de sobrepeso y
obesidad superior al 50%, y en algunos países, como EE.UU., Egipto y Rusia, la
obesidad se presentó hasta en el 30% de la población. Aunque para el continente
americano no se tienen datos disponibles para todos los países, se sabe que la
magnitud del problema es similar en Canadá, EE.UU. y México, mientras que
países como Brasil tienen una prevalencia de obesidad de tan solo un 8.3%15. La
Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud
(OPS), así como diversos gobiernos, han reconocido la necesidad de considerar
el problema de la obesidad como prioritario. De hecho, la OMS en las últimas
dos décadas ha trabajado intensamente en su prevención y control, publicando
dos informes técnicos en los años 1990 y 2000. (Barquera, 2010)
Etiología
de la obesidad
La etiología de la obesidad es multifactorial. Sin
embargo, la raíz causal en el desequilibrio energético es: más calorías consumidas
que las gastadas. (Ferranti, 2009)
Se
sabe que la inflamación del tejido adiposo aumenta la muerte celular por
apoptosis, favoreciendo el desarrollo de enfermedades metabólicas y el
incremento de peso eleva el riesgo de inflamación de este tejido, por lo que
multiplica las posibilidades de sufrir patologías asociadas a la obesidad, como
la diabetes.
La
inflamación es una de las
principales causas de la muerte celular por apoptosis en el tejido adiposo. Esto
provoca un efecto adverso pues si se produce un mayor aporte de energía, se
requieren más adipocitos para almacenarla; y una disminución de células
adiposas en esas circunstancias eleva el riesgo de padecer enfermedades
metabólicas.
En personas obesas
hacen falta más células adiposas para almacenar una mayor cantidad de grasa,
sin embargo en la mayoría de ellos se produce inflamación en el tejido adiposo
que genera un exceso de muerte por apoptosis.
Modificación del estilo de vida
La causa
fundamental de la adiposidad en la mayoría de los individuos es el desequilibrio
de energía, debemos dar un nuevo enfoque para restablecer el balance calórico mediante
la modificación del estilo de vida. De hecho, cambios relativamente modestos en
los hábitos de los estilos de vida (favorables y desfavorables) poderosamente
afectan las múltiples vías relacionadas con la obesidad. (Ferranti, 2009)
Ingesta nutricional
La reducción en la
ingesta calórica, si se mantiene, es efectiva para la prevención y reversión de
la adiposidad y sus consecuencias asociadas a la salud. Diferentes dietas
pueden ser efectivas en la reducción del consumo calórico total, incluyendo
dietas enfocadas en ingesta de macronutrientes en particular (como de dietas de
muy poca grasa hasta dietas de muy alta grasa/bajos hidratos de carbono) y
dietas basadas en el aumento o disminución del consumo de alimentos específicos.
(Ferranti, 2009)
Ejercicio
La actividad física
es críticamente importante para la prevención y el tratamiento de la obesidad.
Los efectos favorables de la actividad física incluyen el aumento de HDL,
disminución de triglicéridos, disminución de la presión sanguínea, mejora en la
homeostasis glucosa-insulina en ayuno y postprandial, inducción y mantenimiento
de la pérdida de peso y, probablemente, la disminución de la inflamación y
mejora en la función endotelial, incluso con una actividad moderada como 30 minutos
de caminata a buen ritmo en la mayoría de los días.
Pérdida de peso
La ganancia y
pérdida de peso son fundamentales en la etiopatogenia de la adiposidad y sus
efectos en la salud, aunque los efectos independientes del cambio de peso
pueden ser difíciles de cuantificar debido a su asociación con los cambios
necesarios en la ingesta calórica y/o la actividad física. (Ferranti, 2009)
Conclusión
Cuando hablamos de obesidad, es indispensable estar
bien informados sobre cuáles son las alternativas que nos pueden ayudar para
regular nuestro peso corporal y a reducir el número de enfermedades
relacionadas y que nos traen un sin fin de complicaciones. Para mejorar
nuestras condiciones de vida tenemos que implementar diversos cambios los
cuales se verán reflejados en nuestra salud a fututo. ¡Preocúpate hoy y vive mañana!
Bibliografía
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